Recuerdo aquélla risa. Aquéllos
paseos por la playa. Aquél verano en el sur. ¿te conté que nunca he vuelto a
aquéllas playas?
Recuerdo escuchar una y otra vez Eye in the sky the alan parsons proyect
en aquél verano de 1994. Sonaba en tu bar. Sonaba cuando estabas tú. Yo luego la
escuchaba porque me recordaba a ti, a ese verano, a esa barra en la que servías
cervezas y sonrisas. Me costó muchísimo hacerme con esa canción. Antes no era
ahora. Desde luego.
Recuerdo, sí, tu risa. Y también la mía. Recuerdo que la
risa a veces terminaba en abrazos. Y ya por aquélla época prefería los abrazos
a los besos.
Recuerdo cuando tan solo un roce
por muy pequeño que este fuese me bastaba para mojarme las bragas.
Me recuerdo bailando en aquélla
sala. Con aquélla luz de atardecer mediterráneo. Escuchándote con ese acento.
Era la primera vez que tomaba cerveza. A la segunda me emborraché y reía. Tú me
hablabas de él y yo solo pensaba en ti. Qué típico.
Es esa época en la que sentía dominar
mis miedos porque no los conocía realmente. En la que no me importaba nada-bueno
ahora tampoco- y vivía los días tan intensamente que las noches eran solo para
bailar.
Era esa época en la que pensaba
que podría vivir eternamente dentro de mi armario.
Solo coincidimos dos veranos. Yo
no volví nunca y me he preguntado todos los demás veranos desde esa fecha si tú
volviste allí una y otra vez, una y otra vez, si te enamoraste en esos veranos
en ese mar y sobre todo pienso en que nunca te dije que estaba enamorada de ti.
Y no te lo dije a ti ni a ninguna otra de las que siguieron después de ti. Para
que ocurriese eso tuvieron que pasar muchos años y experiencias por mí.
Recuerdo el vestido que llevabas
la última noche del último fin de semana de agosto. Te morirías de risa si
supieses que me suelo acordar de las cosas banales. Pero estoy tranquila porque
nunca lo sabrás. Yo sería como una dectective que haría solo el trabajo de
recordar visualmente la escena de un crimen. Cada detalle, cada minúsculo
detalle sería almacenado en mi cabeza. La fotografía me quitó el trabajo.
Y ahora pienso en si alguna vez
nos hemos cruzado por alguna ciudad y no nos hemos reconocido. Siempre tiendo a
pensar que no voy a reconocer a las mujeres que me importan y no viven en mi
ciudad. Siempre pienso además en el
abandono. Curiosamente soy yo la que abandona. Pero esto por supuesto tiene una
sencilla explicación.
Recuerdo muchas cosas de ti y de
mí de esos veranos. Nunca más he vuelto al sur de esa forma. En realidad nunca
he vuelto. No me perdonarías tal vez que después de tanto recordar no consiga
evocar tu nombre pero al menos tengo presente tu mote.
¿dónde estarás? ¿qué harás? Me pregunto
cómo será tu vida y si serás feliz. Y me siento tan hipócrita como antes. A
pesar de todo nada importante en mí ha cambiado. A parte de abrir la puerta de
aquél maldito armario.
Hay vidas que se cruzan y
recuerdos que se aplican a la piel como tatuajes.
Forever Young se convirtió en
nuestra canción en esa época en las que sólo teníamos 17 años. Qué paradoja temporal. Si no era a los 17 no
sería nunca.
Forever Young fue esa canción
mantra que me ponía antes de hacer un examen en mi época universitaria. ¿Recuerdas
aquélla tarde en la que te dije que haría bellas artes? Recuerdo que me dijiste
que tú nunca serías universitaria. Y qué bien hiciste si finalmente lo
cumpliste. Y una piensa en cómo relaciona los buenos momentos, con el despertar
sexual y ¿la suerte? antes de un examen que es como el preludio antes de algo
nefasto Esa suerte de desperfectos en la que una imagina y olvida. En realidad no soy
tan diferente a cuando tenía 17 solo que ahora me disfrazo. A partir de los 17
comencé a torturarme de forma consciente. La política me llegó a partir de los
23. Y el rechazo fue total rondando los 26. Para los 30 estaba agotada y
perjudicialmente afectada. No digo que irrecuperable pero lo suficientemente
herida como para llorar todos los martes por la tarde.
A partir de los 30 sufro insomnio.
Y lxs mosntruxs son mis noches.
Y recuerdo todo esto porque la
mente es selectiva. Y mientras caminaba el otro día por la calle de la
ventanilla bajada de un coche sonaba eye in the sky y a mi lado cruzando la
calle pasaba una chica que me recordó a ti. Todo en el mismo segundo. ¿fue
simplemente la canción la que me evocó tu presencia? O ¿son las casualidades de la vida las que te
referencian el recuerdo?
Probablemente nunca vuelva a
saber de ti.
Han pasado 20 años.
Aún así lo mejor de los recuerdos
es que permanecen congelados. Vivos pero congelados. Vivos pero congelados. Vivos
pero congelados. Vivos pero congelados. Vivos pero congelados.